Princesa a lomos
de palafrén argenta:
espacios
de celestes cúpulas
que lloviznan rosas
y bengalas
aglutinadas en la piel.
Desbocada mujer y bestia;
desesperos, dolor,
bregar ausencias y el secreto
de lejanos labios
que reverberan en las olas
de ese piélago soñado que aún no alcanzan.
Cabellos y crines
flotan al poniente
de aromadas clorofilas
y maderas,
y acompañan su carrera al mar.
Un chasquido mortal,
y un grito-relincho casi humano,
hieren el íntimo verdor
del recorrido inconcluso;
noble bruto y valquiria
desmayan sueños en cieno.
Cae la lluvia del olivado matiz
de unos ojos a un rostro de mármol.
Las cúpulas absorben
rosas y bengalas que se quedan flotando
en la inmensidad del domo astral.
Dos blanquísimas siluetas
y un sosegado abrazo
orquestado con la dulce
queja de un relincho.
(El mar expulsa entre sus rompientes
un desmadejado cuerpo de varón)
Issa Martínez
martes, 29 de mayo de 2007
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