martes, 29 de mayo de 2007

LA LEYENDA DE EDELWEISS


Y ME HICE NOCHE

Me descubrí ala de cuervo bordada en cenefas
de diamantes y perfumes nocturnos.
Me formé desde los silencios que claman
perfectas sonatas de escalas sombrías.

(Y me hice noche…)

Formo constelaciones con mi piel
que se incendia en resplandores susurrantes
y mi sexo concibe lunas y se humedece
por la dulzura de la lluvia noctívaga.

(Y mi sonrisa se hizo noche…)

La tibieza de mi carne es corpúsculo
de madrugada cernida por mis poros,
mientras mi voz fluctúa en las penumbras
requinteantes de un bolero a media luz.

(Y mi nombre y mis pupilas se hicieron noche…)

Mis senos son tinieblas de agua y mi cintura un abanico
nacarado, desfallecido en el terciopelo oscuro, que vibra
en las tonalidades cromáticas de las teclas de un piano.

(Oscuridades y sombras, donde noche y mujer amalgaman un mismo viento...)



Issa Martínez

Y ME HICE NADA

Abundancia de vacíos quedan
alternando la ausencia de la luna.
El humo de un tabaco,
el aliento evaporado de una desmenuzada nube.

(Y me hice nada...)

Quimera tras quimera me arroja
al propio abismo de mis brazos,
donde hasta el mismo silencio se extingue.

(Y me quedé sin sangre...)

Mi silueta es suplicio de desolación y dudas,
canto de afonías, párpados inmóviles infectados de cenizas;
sólo el recato con que me acaricia el sol
me hace presentir que mis pulmones aún inhalan.

(Y me dilaté en la inmensidad temblando...)

Recolección de negros y blancos para vestirme en profundo gris,
mientras mis uñas escarban la tierra infértil hasta sangrar los dedos.
Todos mis refugios se derrumban sin remedio,
y ya no soy música, ni agua, ni noche…,
el cansancio eclosiona en la cordura de mis sienes.

(Y repentinamente, mi último músculo se deshace en la niebla,
y soy nada: ni un débil esbozo de transparencia o levedad liquidada de un nuevo tono...)



Issa Martínez

Y ME HICE MÚSICA

Uní mis manos, mis pupilas y mi boca,
para formar un acorde, una triada desgranada
en cada resquicio de tu piel.

(Y me hice música…)

Mi cuerpo horizontal fue ritmo y melodía,
mientras tu verticalidad, armonía de diferentes tonos,
atrapaba los matices de mis párpados a medio abrir.

(Y los intervalos fueron suplicios en la avaricia de nuestra carne...)

Un beso en do mayor, un aliento en fa sostenido
logrando un ritmo pulcro, un tono intenso,
en rápidas vibraciones que escalan hasta la cumbre.

(Y me hice sinfonía en sus movimientos rápidos-lentos-rápidos,
difuminados hasta obtener el sonido agónico de dos violines,
y luego: silencio consumado...)

He compuesto una sonata para el instrumento de mi voz,
para escucharme en concierto cuando tu ausencia se haga nostalgia.

(Una canción sin partitura, sin notas, sólo una guitarra que gime
y se llueve, y yo, y yo que sólo sé interpretarme en clave de sol...)


Issa Martínez

Y ME HICE AGUA

Rocíos tempranos desde mis cabellos
derramados en tu almohada.
En el cristal de tus vitrales,
imprecisas lágrimas de mercurio.

(Y me hice agua…)

Efluvios en movimiento
chocando contra las piedras del río,
cuesta arriba: el cauce de tu mirada
aún cuando mis propios remos estaban rotos.

(Y pude ser bahía de nanas apacibles en sus espumas…)

Lluvia sedimentada en pozo para tus horas sinceras,
tranquilo manantial para tus instantes de melancolía,
y mis manos; profusos grifos para lavar tus horas insomnes.

(Y me inventé cascada de risas repiqueteantes para tus días grises…)

Me dibujé en las manos mares y tormentas de verano
aunque inviernos gélidos calaran mis corpúsculos.
Me solidifiqué en la lejanía de los polos, cuando tu no necesitarme
se anidaba en tus pálpitos; me hice nube intáctil
avizora de tu cansancio; y fluí incesante, como diluvio pertinaz,
para tus estaciones de sequías opresoras.

(Y me hice placebo de agua para tus dolores distintos...)


Issa Martínez

INCIENSO DE MADRUGADA TRISTE

Se me han extraviado las madrugadas,
esas en las que ocultábamos distancias y ausencias
con la sublime paz que regalan las sombras incipientes.

Mis lágrimas son estelas, donde la noche se vuelve repentinamente antigua,
pértigas de hielo fustigando los sueños y el candor de mi unicornio,
que yace desahuciado, esperando su sudario de lirios sedientos.

Tengo el translúcido cadáver de un gorrión
que expiró de frío, en las palmas de mis manos,
mientras el resol de un grito sordo, va haciendo cauce en mi pulso.

Ya el calor de la salamandra no es suficiente para mi piel
aterida de abandono, tu sonrisa antes tatuada en mis pupilas
con los primeros rayos del sol, se diluye.

Se me han escapado los aromas y los cantos de tus poemas,
estoy ansiando el tórrido refugio de tu voz, envolviéndome en las amanecidas frías.


(Llevo impreso en mi carne, el incienso de madrugada triste.)


Issa Martínez

SUEÑO MEDIEVAL

Princesa a lomos
de palafrén argenta:
espacios
de celestes cúpulas
que lloviznan rosas
y bengalas
aglutinadas en la piel.

Desbocada mujer y bestia;
desesperos, dolor,
bregar ausencias y el secreto
de lejanos labios
que reverberan en las olas
de ese piélago soñado que aún no alcanzan.

Cabellos y crines
flotan al poniente
de aromadas clorofilas
y maderas,
y acompañan su carrera al mar.

Un chasquido mortal,
y un grito-relincho casi humano,
hieren el íntimo verdor
del recorrido inconcluso;
noble bruto y valquiria
desmayan sueños en cieno.

Cae la lluvia del olivado matiz
de unos ojos a un rostro de mármol.
Las cúpulas absorben
rosas y bengalas que se quedan flotando
en la inmensidad del domo astral.

Dos blanquísimas siluetas
y un sosegado abrazo
orquestado con la dulce
queja de un relincho.

(El mar expulsa entre sus rompientes
un desmadejado cuerpo de varón)


Issa Martínez

DE MUJER A MUJER

Existimos en una cercanía
inexistente, incorpórea.
Lazo perpetuo en el ímpetu
natural, sangrado de tu simiente.

Quizás no has sido nana
de estrellas o lunas,
ni perfume tierno;
pero eres hilo, exactitud
y ancla de mi pulso
en este cosmos.

Existo en la reverberación
del grito de tu carne abierta,
de tu útero rasgado
en el dolor de tu obsequio.

(Párpados desvelando amor
para los retoños de tu origen,
soy yo, mujer, también madre...)


Issa Martínez

SI LAS ROSAS…

Una epístola acunada en el anonimato de mi voz, impregnada con los
momentos más tempranos de mis amaneceres en los que se difumina tu
existencia.


Una misiva escrita en las prolongaciones del azogue que nos acerca a
distintas horas, en dónde la luna te musite las reverberaciones de
mi esencia que te añora, y, las transmute en mis palabras que te digan:

"Escucha mi eco en la melodía del los confines de ámbar, moja tu
piel en los murmullos de mis piélagos sin fijarte en su color,
porque nuestro mar es el mismo que revoca las fronteras, el mismo
que desborda su cauce con las lágrimas de nuestras nostalgias, el
que en simbiosis de versos, reúne nuestras almas".

Si las rosas nítidas vaciaran sus pétalos en la artesa de mis manos,
crearía papiros para escribirte en matices de rojo, desde el
escarlata hasta el púrpura, haciendo una pausa en el más brillante
rubí; el de mi sangre anhelante.

Entrega inmediata…

en el sublime aliento de uno de mis besos.

Issa Martínez

CRISTALES DISUELTOS

Cristales diluidos en la lucerna
donde se miran mis pupilas.
El reflejo del azogue goteado de la luna
se sostiene sutil entre mis dedos,
quebrantados y trémulos, en la remembranza
de unos labios lejanos.

Mitades de sombras que se buscan
en los mismos crepúsculos,
separaciones intentando latir en simbiosis,
caudas ansiosas de ajustarse a sus celestes núcleos.

Se nos vierten unísonos los arpegios
de primaveras enardecidas, deseosas de zozobrar,
de confluir en las mismas lluvias de nuestros cuerpos,
en los mismos espacios para respirar el mismo aire.

(Cristal disuelto nuestras miradas, cuando se encuentran en la misma estrella)


Issa Martínez

LLEGARÉ

Mi piel hiberna
en el estación
de la expectativa,
entre sobredosis
de amor
y lunas durmientes:
se dobla.
Gélido capullo cobijado
en suspiros que sueñan labios.
Amnesias exigidas para rehuir
dolores de anhelos a media luz.
Péndulos arrullantes
que protegen
nuestras promesas más azules.
Despertaré aún siendo invierno:
estaré a tiempo para partir.


Issa Martínez

UNA SOLA NOCHE

…Qué piel tan delicada rasgarás con tus dientes. Muerte,
qué labios, qué respiración, qué pecho dulce y mórbido ahogas.
(Pere Gimferrer)


En ésta, la cruel lejanía de tus manos
invadiendo mis corpúsculos más íntimos de tersa lujuria,
en la pureza infinita de mis anhelos negándose a morir,
te descubro: una y otra vez en mis suspiros; dulcísima muerte
que hiere de labios nuestros crepúsculos.
En los secretos inconfesables de mis pecados que de amor
se vuelven honestos: vida, me desciendes a las hendiduras
que me atrapan en el hervor de la sangre,
intrínseco infierno para purgar la más infame de las agonías.
¿Por qué no me regalas con la misericordia del olvido?
O un poco de indolencia que florecería benévola,
acaso apatía para no soñarle tan claro, encima y debajo de mi piel hecha agua,
por esa su boca que me liba, o tal vez una sola noche,
aunque sucumba eterna en la nostalgia de añorarle por los restos de mi haber.

(En diáfanos diluvios de luz...
mueren lirios y pájaros ceñidos en síncopas de ternura)


Issa Martínez

ÍNTIMAMENTE

Nos hurtamos soles, lunas y estrellas
a vuelo de reflejo en nuestros mares, la miríada nos abriga
con sus velos de fulgores místicos. Sólo luz entre
tu desnudez y la mía, y manos, y labios prófugos
que descubren esencias de almizcle, para resarcir
nuestras necesidades.
Umbrales frescos de verde aceituna, mis ojos de
gata satisfecha, acunada en tu centro inhiesto
con mi dulce herida encarnada.
Tu boca se bebe mis senos líquidos, entre suspiros
discontinuos, entre murmullos de agua.
Ardemos al compás de nuestro propio hechizo, que nos ciñe,
regalándonos alas que remontan nuestras ansias
hacia el infinito, para morir de a poco entre los
regazos de Afrodita y Eros...


Issa Martínez

lunes, 28 de mayo de 2007

CUENTO DE PRINCESA

Es la madrugada el castillo
donde mi piel migra hacia el país de las hadas:
se me viste la mirada de noche y princesa
para desflorar el dolor de la ausencia
en la cópula entre el mar y la luna;
por eso el canto de la sirena llama desde mi sangre,
y soy la isla donde tu sed de náufrago,
entre mis ingles, se desvanece…

Tu beso se instala en mis entrañas y me nazco bosque,
y me germinan árboles que llegan al cielo,
y cuando vuelvo a ser noche, entre mis ramas
se duermen los pájaros…/

Issa Martínez